La gente de Iván: Los Vivitores

¿Qué son los Vivitores?

Como dijo Aníbal Lecter: “Vayamos por partes”. Vamos a ir a los orígenes de este heterogéneo grupo de colegas que se vuelve muy homogéneo a la hora de beber vodka en algún país cualquiera del este de Europa.

Como si fuera una banda de rock presentando su nuevo disco en Puno

La palabra “Vivitore” viene obviamente de vividor que según Wordreference es:

vividor, ra

  1. adj. [Persona] que sabe sacarle provecho o beneficio a todo.
  2. [Persona] que vive a costa de los demás, sin trabajar, solo disfrutando de la vida. También s.:
    muchos de los famosos que salen en las revistas son unos vividores.

La verdad que con esta definición no salen muy bien parados vamos a ir a la RAE para ser más benévolos.

vividor, ra

1. adj. Que vive. U. t. c. s.

2. adj. vivaz (‖ que vive mucho tiempo).

3. adj. Dicho de una persona: Laboriosa, económica y que busca modos de vivir. U. t. c. s.

4. adj. Que vive a expensas de los demás, buscando por malos medios lo que necesita o le conviene. U. t. c. s.

5. adj. Que vive la vida disfrutando de ella al máximo. Es una persona vividora que derrocha optimismo. U. t. c. s.

Vamos a quedarnos con la última:

«Que vive la vida al máximo.»

R.A.E.

Origen del grupo

En el año que empezamos la universidad, cuando aún había vacas gordas, las aulas estaban llenas y nuestros padres consideraban que tener un título universitario era la mejor manera de tener un mejor futuro el viejo edificio del Público de Prácticas se había transformado en el hogar de aquellos que no tenían sitio. Ellos fueron considerados desheredados de la tierra, ingenieros sin causa, víctimas de la balcanización de la Universidad de Valladolid.

La Universidad de Burgos, por motivos más políticos que educativos, era como un niño con ropa demasiado grande y quería abarcar más de lo que podía. En aulas que habían visto a alumnos educados bajo la atenta mirada del dictador, econ esa foto encima de la pizarra al lado del crucifijo, los futuros egresados se miraban unos a otros en su primer día de universidad.

Más de 100 alumnos nuevos por turnos, sin contar repetidores, entre ellos ni una docena de mujeres pero sí el inicio del núcleo duro de aquellos que serían conocidos como los Vivitores.

El alien en el grupo

Con tanto alumno había dos turnos. Mañana y tarde. Aquellos a los que se les cambió la rutina de levantarse para ir al instituto por una mañana ociosa, incluyeron en sus rutinas mañaneras pasar la resaca del día anterior. Los nuevos estudiantes empezaron a gozar de los placeres de las noches universitarias de Burgos que son famosas por su desenfreno y falta de inhibiciones (por eso o por el consumo excesivo de alcohol). Entre fiestas de enfermería de temática “No acabarás la carrera sin tirarte a una enfermera” o de Ingeniería Mecánica “Que cada tornillo encuentre su tuerca” pasaban las noches nuestros simpáticos protagonistas.

Origen del nombre

No se entendería este grupo sin entender la idiosincrasia particular de DJ Mandi (no confundir con mandril el animal). Si no me equivoco, él bautizó el grupo y era su mayor y mejor representante, como Pablo Neruda de la generación del 27. Él fue el ideólogo y promotor del foro «Los Vivitores» dónde se debatía apasionadamente sobre literatura (realismo visceral) y filosofía (el origen del milennial-ismo). Todo ello con los ojos de Adriana Lima de fondo que algunos creían que era la prima del creador del foro en la extinta miarroba. El mundo no era como nosotros lo conocemos, no había banda ancha, ni coches eléctricos, no todos teníamos móvil y los 386 habían jubilado a las tarjetas perforadas.

Aquí parecen más un viaje del colegio de La Salle

El primer viaje de Vivitores

Como hablo de cosas que no conozco, sitúo este primer viaje en un Polonia-Berlín de un lejano 2008. Podría equivocarme, ya que lo hago a menudo, de lo que estoy seguro es de que ese fue mi primer viaje con ellos. Digo con ellos porque nunca he llegado a formar parte de este grupo, yo era uno de esos chavales formales que iban en turno de mañana y sacaban la universidad a curso por año (o casi).

Primer viaje de Los Vivitores

Mi primera experiencia viajera y de vida con este grupo tan pizpireta no fue todo lo agradable que se pudiera pensar. Digamos que en el punto álgido me encontré solo, sin dinero, sin tarjeta, sin batería, en una ciudad postindustrial de Polonia con más autenticidad soviética que la serie de Chernobil. Ahí debí aprender varias cosas que he tenido que reaprender este viaje:

«Nunca sigas el consejo de alguien menos viajado que tú.»

«Si necesitas que alguien te eche una mano búscala al final de tu brazo.»

«Si tu mejor amigo te apuñala por la espalda, desconfía de su amistad.»

Filosofía de supervivencia

Con tiempo y dinero se llega a todos lados y yo no tenía ninguna de ambas. En cualquier caso todo salió razonablemente bien. Después de una una conversación con los controladores del transporte público que intentaban extorsionarme sabía que a peor no podía ir:

«No tengo dinero, no tengo amigos, no conozco a nadie en este país,… sinceramente creo que estoy tan jodido que no hay ninguna manera de que me podáis joder más.»

El duende del parque dirigiéndose a la autoridad

A partir de ahí todo fue a mejor. Diría que mi sitio en la manada estaba siendo marcado, pero en este grupo, como en la vida en general, yo soy un trabajador eventual que trabaja por cuenta ajena. Llego saludo, soy amable y educado mientras estoy y cuando me voy nadie me echa excesivamente de menos.

Más viajes

Estos simpáticos drogolegas hacen unos dos viajes al año. Viajes largos como: Japón, Vietnam, Australia, EEUU dos costas… y otros viajes más cortos: Repúblicas Bálticas, Grecia, Ucrania,…

25 personas, 3 veleros, ahí es nada

Como buen jornalero hay veces que he podido agregarme a la peonada y otras no. Lo bueno de ser un alien en el grupo es que mi decisión es individual a partir de un pensamiento colectivo. Siempre llego cuando el trabajo está hecho y no pongo pegas: si quiero voy sino no. Depende del estado de ánimo, trabajo, dinero, vacaciones, situación personal… como todos los demás.

El presente de Los Vivitores

La vida da muchas vueltas y aquél que en una votación popular salió elegido por amplia mayoría como respuesta a la pregunta: «¿Quién de tus amigos piensas que tiene más posibilidades de acabar debajo de un puente?» ahora es un honrado trabajador y padre de familia.

La emigración, las novias, los niños, el trabajo… han ido limitado la cantidad de tiempo libre de este grupo. Unos han entrado pero en realidad nadie ha salido. Depende de la cantidad de tiempo de ocio y la disponibilidad todo el mundo quiere estar presente. Esto es debido a que aún se puede respirar la camaradería de aquellas novelas clásicas de F. Scott Fitzgerald. Cada uno de estos viajes parece sacado del Gran Gatsby, donde un grupo heterogéneo se junta para pasarlo bien y aunque suceden cosas, los finales siempre son felices.

Porque dos Merino siempre son mejor que uno

No es lo mismo viajar a los 20 que a los 40. Cada uno con sus propias mierdas pero, incluso así, el grupo se mueve en jornadas maratonianas de coche, visitar ciudad, cena, discoteca, trasnochar y madrugar dejando recuerdos intensos y duraderos sin demasiados lloros, ni situaciones penosas ni peleas irreversibles. Ese es el motivo por el que casi todos repiten y hay lista de espera para ser admitido al club.

El Viaje a Perú

2019 tenía marcado Perú en el mapa. Por mi situación personal iba a ser bastante complicado que pudiera unirme. Aún así hice malabares con mi no planificación del viaje para poder coincidir con ellos al menos un día.

En un karaoke chungo

Después del robo de Argentina que trastocó todos los planes de manera sorpresiva, me encontraba en Perú. Era casi un mes antes de que mis drogolegas favoritos llegaran al país. Hice malabares con el tiempo y la distancia, cual Hiro Nakamura, y conseguimos vernos en Puno, de ahí que conozca tan bien la ciudad.

El encuentro

Algunos se pensarán que encontrar a un viejo amigo a miles de kilómetros de distancia conllevaría besos y abrazos de exaltación de la amistad. Eso lo hacen aquellos que nunca han vivido en una novela de los años dorados de Hollywood. Lo bueno de la auténtica camaradería es que no importa lo que pase, el tiempo o la distancia; cada reencuentro es casual como si nos hubiéramos visto el día anterior. Un saludo, un abrazo, un «¿qué tal todo?» y a continuar como si la vida fuese un flujo continúo, que en realidad lo es y los saltos o intervalos de tiempo dónde no puedes compartir el tiempo con las personas que te son queridas, no es más que pequeños lapsus en esa recta que nos transporta inexorablemente hacia la muerte, punto final a una existencia que nosotros decidimos si merece la pena.

Todo buen Vivitore sabe que esto no se trata de vivir por mucho tiempo sino de aprovechar bien el tiempo que vivas. Voy a concluir con las palabras de otro buen amigo.

«Los Vivitores nunca defraudan»

Iván Barral Lobo Mañana

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